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La tos ferina es una enfermedad respiratoria altamente contagiosa que puede afectar a cualquier persona, pero su tratamiento es especialmente crucial en bebés, niños pequeños y personas con sistemas inmunológicos debilitados, ya que corren un mayor riesgo de complicaciones graves.
Sus síntomas pueden confundirse con un resfriado común al inicio, pero con el tiempo la tos se vuelve intensa y persistente, lo que puede dificultar la respiración, la alimentación e incluso provocar complicaciones graves.
Aunque existen opciones para controlar la enfermedad, no todos los medicamentos son efectivos. Conocer el tratamiento adecuado y evitar remedios innecesarios es clave para una mejor recuperación.
¿Cómo se trata la tos ferina?
Si se detecta a tiempo, los antibióticos como la eritromicina pueden reducir los síntomas y evitar la propagación de la enfermedad. Sin embargo, muchas personas reciben el diagnóstico demasiado tarde, cuando estos fármacos ya no son tan efectivos.
En bebés menores de 18 meses, la enfermedad puede ser peligrosa porque los ataques de tos pueden detener la respiración temporalmente. Por esta razón, requieren supervisión constante y, en casos graves, hospitalización.
Para ayudar en la recuperación, los médicos pueden recomendar:
- Oxígeno con humedad, en caso de dificultad respiratoria.
- Líquidos intravenosos, si la tos impide que el paciente beba lo suficiente.
- Sedantes en niños pequeños, para evitar el agotamiento por los ataques de tos.
¿Qué medicamentos no sirven para la tos ferina?
Es común pensar que los jarabes para la tos, expectorantes o antitusivos pueden aliviar los síntomas, pero en el caso de la tos ferina no son efectivos.
Estos medicamentos no reducen los ataques de tos ni aceleran la recuperación.
Prevención, la mejor estrategia
Dado que el tratamiento es limitado, la mejor forma de protegerse es la vacunación. La vacuna pentavalente acelular protege a los niños desde los 2 meses de edad y las mujeres embarazadas deben recibir la vacuna Tdpa a partir de la semana 20 para proteger a sus bebés.
Si presentas síntomas o tienes contacto con alguien infectado de tos ferina, acude al médico de inmediato. Recibir el tratamiento adecuado a tiempo puede marcar la diferencia en la recuperación y evitar contagios.